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La regulación de la ética del periodismo ciudadano

  • Mireia Soler
  • 6 oct 2016
  • 2 Min. de lectura


Con la ayuda de un teléfono, muchos ciudadanos ejercen de periodistas en las redes sociales creando así el periodismo ciudadano. Esta práctica no está regulada, por tanto, su buen uso queda en la ética de cada persona. Según Mariano Ure y Martín Parselis, no se pueden poner unas normas en este nuevo periodismo, ya que “nadie puede elegir u actuar por otro, por tanto, solo cabe lugar para la autorregulación“.


Esta práctica ofrece una mirada subjetiva, la opinión y testimonio de la persona sobre lo que le parece significativo. No existe un control en la producción de la información, por eso se presenta de manera desordenada, con tasas de crecimiento exponencial y de comportamiento caótico.


En la publicación sí suele haber más control. Algunos medios reservan un espacio en sus páginas webs destinado a la participación de los ciudadanos. Para poder compartir esa información, los periodistas del medio en cuestión se basan en los criterios tradicionales de noticibilidad para aceptar o rechazar el material recibido. Algunos medios poseen un código de ética específico para las colaboraciones de los ciudadanos.


Aunque el ciudadano está sujeto a exigencias éticas similares a las del periodismo tradicional, siempre se tiene que tener presente que no se puede pedir la verdad en la versión del periodista ciudadano sino la honradez. Los dos autores mencionados la definen como la buena intención de contribuir en una comprensión más acabada de los acontecimientos sociales y de los eventos naturales. Dicho esto, a esta práctica no se le pide exactitud.


Ure y Parselis consideran que la ética del ciudadano aplicada al periodismo, aparte de escuchar a los demás, es “reconocer al otro en su singular humanidad, interesarse por él y, fundamentalmente, ponerse a disposición si me necesita. El verdadero compromiso se establece ocupándose del otro y no preocupándose por él”. Asimismo, destacan que “la noticia deja de ser una cátedra y se convierte en una conversación en la que todos los interesados brindan su aporte formando un nosotros sin exclusiones”.


El ciudadano se guía por la ética de la motivación¸ que consiste en priorizar el debería ser sobre el debe ser. Esto no significa que la autorregulación implique la ausencia de reglas legítimas de antemano, como preguntarse qué es correcto moralmente y tomar posición respecto a ello.


El objetivo de este tipo de periodismo no es democratizar las sociedades sino humanizarlas. Estas personas envían información a los medios de comunicación o colaboran con ellos espontáneamente y hacer una regulación deontológica seria percibida a priori, según los autores del artículo, como restrictiva e ilegítima.


La diferencia principal entre el periodismo ciudadano y el tradicional, por tanto, es principalmente la investigación, el chequeo de la información recopilada y la imparcialidad de los medios tradicionales. Para conseguir este último, incorporan visiones de todos los sectores involucrados.




Artículo de Mariano Ure y Martín Parselis

 
 
 

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