Reseña sobre Periodismo zombi en la era de las audiencias participativas. La gestión periodística del público (II)
Información bibliográfica
Título: Periodismo zombi en la era de las audiencias participativas. La gestión periodística del público (II)
Autoría: Lluís Pastor. Profesor de comunicación. Doctor en Periodismo y titulado en Dirección y Administración de Empresas.
Lugar de publicación y fecha: Barcelona, diciembre del 2010.
Entidad editora: UOC
Número de páginas: 250
Reseña
La obra se inicia como es lógico con una introducción donde anuncia que es lo que aporta cada uno de los capítulos del libro. Pero hace una primera explicación de qué es lo que considera “periodismo zombi”, a mi parecer una buena metáfora: aquel que se ha visto obligado a incorporar la voz del público pero que no sabe qué hacer periodísticamente con eso. Un periodismo que parece vivo pero que está muerto. Se ayuda además de dos ejemplos reales para ilustrarlo, cosa que hace que el lector pueda llegar a comprender mejor a qué se refiere. Antes de adentrarse en el contenido sentencia por tanto que el libro trata y se desarrolla alrededor de ese término, periodismo zombi, analizando cómo es la participación de los ciudadanos en los diarios digitales y proponiendo vías para que esa participación pueda mejorar la oferta de los medios actuales.
A continuación se distribuye el contenido en un total de cinco capítulos: La tradición de las cartas al director; La importancia creciente del ciudadano lector; La explosión atómica de la información; El periodismo zombi; Del periodismo zombi al periodismo mutante.
Así, en el capítulo 1 se dedica a recuperar términos que expuso en el primer volumen de la Gestión periodística del público, donde analizó el medio de participación a través de las cartas al director, y expresa la diferencia por ejemplo entre carta privada y pública.
Bajo el título La importancia creciente del ciudadano lector establece las bases de lo que fue el periodismo cívico, o público, de los años 80 y 90 en EEUU. Un periodismo que nació con el ímpetu de ayudar a recuperar el interés de los lectores por las cosas públicas (pág.30).
El capítulo 3 se dedica a desgranar cómo Internet mejora los procesos que iniciaron los periodistas cívicos y cómo la tecnología ha ampliado el abanico de las vías de comunicación. Habla de una nueva comunicación bottom-up, con un nuevo enfoque y con nuevos partícipes.
El periodismo zombi es un capítulo dedicado a toda la extensión de ese término. Es donde aclara que lo toma de Mark Deuze quien a su vez se fijó en la visión sociológica de Ulrick Beck que denominaba instituciones zombis a la familia, la iglesia y el Estado al perpetuarse las estructuras sociales que habían marcado en siglos anteriores.
Es aquí donde explica cómo ha llevado a cabo su estudio cualitativo de los mensajes en los medios digitales. Compara en todo momento con lo que observó en el primer estudio ya citado, el de las cartas al director, y establece como principales resultados los siguientes: el número de mensajes es mayor que las cartas que se recibían y publicaban en su momento, la inversión de los liderazgos de participación en los diarios escogidos, la disminución de la cuota de voz en los mensajes online (palabras del contenido), la imposibilidad de estudiar perfiles de participación al firmar con nicks en el medio digital, y cómo han aumentado los mensajes descalificadores e hipercortos (mensajes “bit beat”).
Finalmente, en Del periodismo zombi al periodismo mutante anuncia que el sector debe construir una identidad profesional que sea líquida: pasar a un periodismo mutante consciente de que hay que desarrollar nuevas capacidades de gestión de la participación del público. (pág. 172). Establece además que los tres principios de este nuevo periodismo serían la comunidad, la metamediación y la gestión del público.
En lo que a la parte crítica se refiere, considero que se trata de un libro bien construido que ofrece puntos clave sobre la situación del periodismo participativo en los diarios digitales y que por tanto sería recomendable bajo mi punto de vista. No obstante creo que resultaría interesante la lectura en primer lugar del volumen uno donde se dedica a analizar la participación mediante las cartas al director. De esta manera se obtendría una visión global de la evolución del fenómeno de las audiencias participativas hasta el momento (2010).
Considero oportuno por tanto que en el capítulo 4 haga mención constante a los resultados que obtuvo en el primer estudio a modo de compararlos con estos segundos pero creo que está de más que a lo largo del libro se cite en varias ocasiones al igual que hable en primera persona. Como digo es entendible que pueda ofrecer su punto de vista al exponer sus conclusiones pero no que lo haga en las partes contextualizadoras de la obra. En la página 17 encontramos el primero de muchos “he” a los que sucederán “sinteticé” (pág. 20 donde además se cita por primera vez), “personalmente considero que” (pág. 29), “digo bien” (pág. 47), “cuando escribo estas líneas” (pág. 70)…
Este hecho no quita no obstante el acierto de que en todo momento referencie lo expuesto en base a otros muchos autores: Gilmor, Foix, Kapoor, Gomis, Cantalapiedra, Jay Rosen, Fouhy… y que añada al final una bibliografía citada.
Pastor escribe en un estilo claro, ameno y divide los capítulos en subapartados facilitando la lectura. Ayuda además a que el lector entienda a qué se refiere dando ejemplos reales. Cuando habla de periodismo cívico por ejemplo en el capítulo 2 se vale de historias verídicas para ver el papel que le otorga el profesional al público. Otro punto positivo del autor es ofrecer siempre las dos caras de la moneda: en la pág 66 y después de dar cuenta de las bases del periodismo cívico explica la visión de aquellos que no creyeron en esos proyectos.
Por otro lado se aprecia repetición de ideas que crea cierto caos en el lector. En el capítulo 3 por ejemplo retoma el hecho de la nueva comunicación donde el usuario puede ser ya emisor.
Añadir por último que el tratamiento de gráficos es escaso cuando hay oportunidades más que de sobra. Los resultados de los estudios, la comparación entre ambos, se exponen en su mayoría en cifras y porcentajes que se verían mucho más claros en tablas o infografías. Tan solo utiliza uno en la página 63. Posteriormente en la 206 y 208 emplea dos gráficos que bajo mi punto de vista muestran obviedades que ya se habían entendido en el escrito.
Periodismo zombi a nivel de contenido es sin embargo un libro obligado para aquellos que quieran entender de dónde venimos y en cierta manera hacía dónde vamos a pesar de que han pasado 7 años desde su publicación. Dadas las claves que ofrece considero que en su momento ayudó a los directores de prensa que caminaban “sin rumbo como zombis” y que aún puede ser de utilidad: queda mucho camino por recorrer en lo que a audiencias participativas se refiere.
En los últimos meses y en el marco de la asignatura he leído varios artículos en los que se ponía de manifiesto el miedo a que el periodismo ciudadano pudiera representar una verdadera competencia para los profesionales. Estoy de acuerdo con Pastor cuando dice en la página 228: ”no se trata de un nuevo tipo de periodismo o de una moda, se trata de uno de los retos que tiene planteados el periodismo de hoy”. No se puede tener miedo a un fenómeno al que ni siquiera se le da la oportunidad: hay que conocerlo y aprender a convivir con él, adaptar el ecosistema periodístico al porvenir y no estancarse.