Nosotros, el medio. Cómo las audiencias están modelando el futuro de las noticias y de la información
Anaïs Solé Pinto
Información bibliográfica
Título: Nosotros, el medio. Cómo las audiencias están modelando el futuro de las noticias y de la información
Autoría: Shayne Bowman; Chris Willis
Lugar de publicación y fecha: julio de 2003 en PDF y HTML. Publicado en español en febrero de 2005.
Entidad editora: J.D. Lasica, Senior Editor, Online Journalism Review
Número de páginas: 70
Disponible en línea:
http://www.hypergene.net/wemedia/download/we_media_espanol.pdf
La obra se inicia como es lógico con una introducción. En este caso corre a cargo de Dale Peskin, co-director de The Media Center y en ella justifica el porqué del libro, de su necesidad. Dan Gillmor se escarga del prólogo. Es uno de los mayores defensores del weblogging y por tanto muestra abiertamente su crítica favorable al nuevo ecosistema periodístico.
Nosotros, el medio divide el contenido en un total de 7 capítulos: Introducción al periodismo participativo; Contexto cultural: detrás de la explosión de medios participativos; Cómo está tomando forma el periodismo participativo; Las reglas de participación; Implicaciones para los medios y el periodismo; Beneficios potenciales de “Nosotros, el medio”; Cómo podrían responder los medios.
Internet, el acceso a software de bajo coste y el surgimiento de herramientas fáciles de usar ha creado un nuevo contexto para el periodismo caracterizado por la posibilidad de participación por parte de la audiencia. Se habla de “prosumidores”, el nuevo rol de los usuarios, y de un cambio en el modelo de comunicación: el periodismo participativo se crea de la base hacía arriba con muy poca supervisión y filtro. Así, asistimos a la necesidad de redefinición del periodismo conocido hasta el momento y a la incertidumbre sobre cuál será el peso de las nuevas audiencias en los procesos de producción.
El capítulo 2 es pues un intento de explicar las razones que han llevado a la situación introducida. Se cree que el periodismo participativo obedece a la necesidad de la gente de buscar nuevas perspectivas acerca de las noticias, de ir más allá de las que suministran los medios tradicionales.
Se recupera la idea del cambio de modelo de comunicación en el siguiente capítulo. Por eso se recogen los principales sistemas y formatos de periodismo participativo (grupos de discusión, weblogs (blogs), publicación colaborativa, sistemas 'punto a punto' ('peer to peer', en inglés) y sindicación XML) y se examinan sus correspondientes fortalezas y debilidades y a qué procesos de autocorrección son sometidos.
En relación al capítulo de Reglas de participación se establece en primer lugar cuáles son las motivaciones de la audiencia a participar: ganar estatus o construir reputación en una comunidad, crear conexiones con otras personas que tienen intereses similares, informar y ser informado, entretener o ser entretenido y para crear. Por otro lado, las reglas que gobiernan la participación, obedezca al motivo que sea, pueden provenir del propio software o bien del moderador del sitio web. Además existen “sistemas de reputación” que ayudan a los participantes a definir qué información es creíble y confiable.
Aunque todavía no se pueda prever cómo afectará el nuevo contexto hay lugares, según explica el capítulo 5, en los que se puede empezar a buscar el cambio y sus probables impactos: la democratización del medio a causa de las bajas barreras de entrada, los desafíos a la hegemonía de los medios, una redefinición de credibilidad –quién cuenta con ella ahora y cómo se llega-, el ascenso de nuevos expertos y perros guardianes, los cambios en los modelos de organización empresariales para los medios y las nuevas expectativas y requerimientos de los consumidores en el proceso periodístico.
El capítulo 6 alberga lo que su título anuncia: una lista de beneficios que podrían disfrutar aquellos medios que asuman la participación como algo positivo y ofrezcan las herramientas necesarias para alcanzarla. Aumento de la confianza en los medios, responsabilidad compartida, creación de experiencias memorables gracias a esa mayor interactividad, atraer a las próximas generaciones de consumidores, y la creación de vínculos en la comunidad.
Por último, y bajo el título Cómo podrían responder los medios, ofrece una serie de formas de integración del periodismo participativo a modo en cierta manera de consejos dirigidos a los medios. El primer paso sería entender que las conexiones se traducen en valor, hay que hacer igualmente responsable del cambio a la redacción, dar al personal cierta autonomía, acoger a la audiencia como socio e innovador y tener clara la diferencia entre compartir una historia o apropiarse de ella (siendo lo primero lo adecuado).
En lo que a la parte crítica se refiere, considero que se trata de un libro bien construido que ofrece los puntos clave sobre la situación del periodismo participativo y que por tanto sería recomendable bajo mi punto de vista. Ahora bien, hay que tener en cuenta que vio la luz en 2003 y que muchos de los aspectos a los que hace mención y otros sobre los que no se tenía previsión de sus efectos, han pasado a la historia y se han establecido claramente respectivamente. El libro hace referencia constantemente a los weblogs o blogs “como la forma más activa y sorprendente de participación”. Igualmente cuando en el capítulo 3 recopila todos los sistemas de participación se ve como el panorama en el momento de publicación era muy diferente al actual. Entiende la participación como discusión de temas de interés para los usuarios a través de chats, foros, comentarios (“El más penetrante, y quizás fundamental, nivel de participación”), reseñas, críticas… Cuando se refiere a la creación de contenidos como lo entendemos hoy en día da pinceladas y los ejemplos siempre son de periodistas freelance que escriben un blog personal sobre un tema y de esta manera a través de comentarios construyen las noticias en comunidad.
“Con más frecuencia cada vez, los ciudadanos toman las herramientas del periodismo para hablar de sus temas favoritos o intereses muy específicos que solo tienen nicho en medios en línea. Howard Rheingold, que gasta más tiempo en weblogs que en medios tradicionales: desde la cultura pop hasta la política de derechos de autor en medios inalámbricos, usted tiene que ir donde los fanáticos”. (2003:55)
Ejemplos de aspectos que hoy en día ya se contemplan como una realidad encontramos muchos: “El desafío de las organizaciones de noticias, en últimas, será persuadir a sus clientes para llegar a ser no solo innovadores sino colaboradores también” (2003:19), el periodismo ciudadano se alza como una fuente de creación de contenidos noticiosos. Igualmente habla de aspectos técnicos desfasados como la conexión a Internet a través de líneas telefónicas o los SMS.
Así es importante tener en cuenta que el libro es útil para aquellas personas que busquen hacerse a la idea de cuál ha sido el proceso que nos ha llevado a la situación actual y busque documentarse. De ninguna manera alguien que intente entender qué es el periodismo participativo podrá conformarse con tan solo esta lectura ya que actualmente estamos en otra fase de ese proceso por el que la audiencia se convierte en creadora.
En relación al contenido en sí mismo, a lo que dice, no puedo rebatir lo expuesto: lo referencia constantemente, lo ejemplifica con casos reales etc. Pero si puedo expresar una opinión acerca de aspectos en concreto. En la página 13 afirma que la diferencia entre el medio participativo y el tradicional se encuentra en su razón de ser: “Los medios tradicionales son creados por entidades jerárquicas, construidas para el comercio. Su modelo de negocios y organización se concentra en la emisión y en la publicidad enfocada. Valoran el riguroso flujo de trabajo editorial, la rentabilidad y la integridad. El periodismo participativo es creado por comunidades en red que valoran la conversación, la colaboración y el igualitarismo por encima de la rentabilidad”. Quizás tristemente tenga razón y a veces los intereses económicos e ideológicos primen por encima de un periodismo de calidad, no nos engañemos. Pero reducir la diferencia a eso me resulta muy atrevido… ¿Dónde quedan los periodistas profesionales que no se dejan influenciar y que tampoco abogan por la rentabilidad exclusivamente?
En la página 59 relaciona la aparición del periodismo participativo con el surgimiento de una mejor narrativa, un mejor periodismo y mejores periodistas. Estoy de acuerdo que cuando se cuenta con mayor número de fuentes, en muchas ocasiones expertas, las historias evolucionan a unas más convincentes y exactas. Internet ha propiciado que miembros de la audiencia contacten pues con periodistas porque saben sobre el tema que está tratando por ejemplo. Pero sin embargo discrepo con la idea de que el periodismo participativo de lugar a mejores narradores, a mejores periodistas. Evidentemente hay que ser humilde y como dice Gillmor asumir que a veces los lectores saben más que tú, pero de alguna manera un periodista en si mismo, si está comprometido con su trabajo, ya tiene la obligación de buscar las mejores fuentes sea donde sea. En ese aspecto veo que la participación creciente simplemente hace más fácil el trabajo de los buenos periodistas, que encontrarán con mayor rapidez y exactitud lo que buscan. Esto a su vez permitirá que se cubran historias para las que antes no había tiempo ya que nos guste o no hay que asumir que el periodismo está presionado por la agenda del día, por la inmediatez, y el hecho de contar con esa accesibilidad a las fuentes posibilitará que se llegue a todo.
Por otro lado creo que el tratamiento de los gráficos no es el más acertado en algunos casos. Cuando en el capítulo 1, a partir de la página 11, y posteriormente en el 3, nos habla de los weblogs y foros y nos cita ejemplos, intercala capturas de pantalla de los mencionados y el pie de foto repite datos ya explicados en el desarrollo del texto (pàgs. 11, 23, 25, 27, 28, 29, 30, 31). Personalmente, creo que resulta innecesario ver como luce ese sitio web estéticamente, lo importante en todo caso es saber cómo funciona, qué uso hace de las herramientas de participación y porqué es digno de mención. En cambio es interesante que se usen como recurso para un mejor entendimiento de un concepto explicado. Como pasa por ejemplo en la página 10 cuando se refiere a los modelos de comunicación del “nuevo” periodismo y del tradicional; o en la página 41 al comparar el esquema que estableció Maslow sobre las necesidades humanas con el creado por el autor Amy Jo Kim aplicado a las comunidades online.
El hecho de que al final de cada capítulo te adelante de qué va a tratar el siguiente lo encuentro igualmente un sinsentido. Y más aún si al inicio te vuelve a anunciar el contenido. Es un acierto en otro tipo de productos de comunicación, como los audiovisuales, a modo de intentar fidelizar al usuario para que en la siguiente entrega vuelva a escogernos si le interesa el tema por ejemplo. Pero si ya se cuenta con el conjunto de capítulos en ese mismo momento, hubiera valido con añadir en la introducción un breve avance de los temas a tratar en cada apartado.
Por último añadir que nuestro proyecto de la asignatura se ve respaldado por el libro. En la página 64, en el contexto de las formas de éxito de las publicaciones tradicionales en el nuevo medio participativo, uno de los consejos que aparecen es ofrecer a la audiencia un manual de estilo de código abierto y un programa de aprendizaje en periodismo. En cierta manera apoya la necesidad de nuestro proyecto destinado a que aquel con ánimo de hacer periodismo cuente con las herramientas necesarias.
Todo lo dicho no quita que sea un libro recomendable en cuanto al contenido, teniendo en cuenta eso si lo comentado acerca de la desactualización y salvando las diferencias de mi parecer respecto al de los autores en algunos temas. No se refiere a ningún concepto ni explica algo sin ser referenciado en base a otros autores, estudios o estadísticas: Nicholas Negroponte, Watts Wacker, Jack Fuller, Bill Kovach, Tim Rosenstiel, Stefan Thomke, estudio Pew Internet & American Life Project, entre otros muchos. Cosa que juntamente con las páginas bibliográficas finales de cada capítulo y el apéndice de recursos adicionales le ofrece un alto grado de credibilidad al mostrar un contenido contrastado en todo momento.
Dale Peskin apuntaba en la introducción que “En algún nivel, Nosotros, el medio, revelará algo sobre la sociedad y la forma en que las personas aprenden de los otros”, objetivo cumplido al explicar cómo los usuarios del momento compartían sus conocimientos.