¿Internet + ordenador=periodista?
- Anaïs Solé
- 6 oct 2016
- 3 Min. de lectura

Scharamm, C.E. Osgood, DeFleur… ya apuntaban que la relación entre emisor y receptor en el contexto de los medios de comunicación tenía que contar imprescindiblemente con la interactividad, el feedback. Los comunicadores profesionales debían conocer y resolver las necesidades de los usuarios que, a su vez tenían que intervenir activamente. Internet pero parece haber llegado para tirar por tierra aquello que ya se tenía asumido en el proceso informativo – comunicativo: el hecho de dotar de protagonismo al receptor no implicaba que pudiera llegar a convertirse en profesional o empresa. Ahora bien, en el nuevo contexto de la web 2.0 el profesional ya no parece necesario. Todos los individuos somos iguales y contamos con las mismas herramientas. ¿Ahora todos podemos ser periodistas?
LA TAREA DEL BUEN PERIODISTA
La razón de ser del periodismo siempre ha sido la audiencia y la satisfacción de su necesidad de estar informado. Los ciudadanos, a pesar de contar ahora con más capacidad de difusión, no han tenido nunca el suficiente tiempo para investigar como es debido. Esta carencia fue la razón de la aparición del periodismo y es hoy la causa que legitima su existencia. Por lo tanto el buen periodista se tiene que entregar en cuerpo y alma a la responsabilidad de elaborar noticias de actualidad o comentarios de opinión –información y opinión tienen que aparecer debidamente diferenciadas– que respondan a una utilidad e interés general, evidentemente explicados e interpretados como es debido con los valores de veracidad, imparcialidad y honestidad profesional. Todo hecho con rapidez, sin que se vea afectada la calidad, contrastando cada dato. El periodista pero, no es tan sólo un intermediario. Interpreta la realidad y hace posible que todo el mundo pueda entender cuál es el mundo que lo rodea. Estos son los valores y las premisas que diferencian el periodismo de otros tipos de información, a los aficionados de los verdaderos profesionales.
EL PERIODISMO COMO SIMPLE EJERCIÓN DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
El hecho que el periodismo lleve a cabo la función pública de la información no implica que cualquier ciudadano no pueda opinar. Es un derecho reconocido poder expresar lo que queramos, siempre y cuando no ofendamos al resto. Pero cuando el profesional hace efectivo el derecho universal actúa antes como tal y al servicio de las facultades anteriormente mencionadas que como ciudadano.
Así, explicar una experiencia, elaborar un texto de opinión, colgar una fotografía o vídeo... no convierte a nadie en periodista. El movimiento que nos ocupa, el periodismo ciudadano, nace precisamente de este entendimiento equivocado. Se tienen que tener en cuenta no sólo los derechos que se ejercen sino también los deberes que se tienen que asumir a la hora de informar.
CRISIS DEL PERIODISMO
Ahora bien, de bien poco sirve reivindicar la profesionalidad de los periodistas si después algunos defraudan al ciudadano, dejan de cumplir su función social y hacen que toda la profesión pierda credibilidad. Algunos medios se han aliado hoy con grandes poderes y anunciantes y en consecuencia se han puesto a su servicio. Todo ello está provocando que se tenga que negar la existencia de un periodismo independiente y se hable de uno “interesado”.
Por otro lado el hecho de buscar una mayor eficiencia económica y productiva ha provocado una reducción considerable de los presupuestos de las redacciones. La producción se basa en formatos baratos y buscan las grandes audiencias. Con este objetivo se han reducido muchas plantillas y el periodismo evidentemente ha perdido calidad. Se atiende a rumores, no se contrasta, se aboga por la instantaneidad... Todo en pro del máximo beneficio y llegar los primeros a dar la noticia. Pero ¿a qué precio? El descrédito del periodismo está cerca.
Ante este panorama el primer paso es aceptar lo que está sucediendo. El segundo, asumir que sólo actuando profesionalmente y con los valores que perseguían las primeras formas de periodismo nos salvaremos. El tercero, repartir los papeles con propiedad: el público es indispensable pero, tan sólo el profesional titulado y colegiado puede estar a la altura de las responsabilidades de la profesión.
Artículo de Elena Real Rodríguez, Pinar Agudiez Calvo y Sergio Príncipe Hermoso
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